Los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6 constituyen más del 30% de la estructura lipídica del cerebro. Estos ácidos grasos son de tipo esencial, por lo tanto deben de estar presentes en nuestra dieta. Ambos ácidos grasos ejercen sus funciones metabólicas en la estructura fosfolípida de la membrana celular, concentrándose fundamentalmente en los conos de crecimiento axonal y las vesículas sinápticas.
Se ha evidenciado que los ácidos grasos omega 3 tienen una función protectora en las enfermedades cardiovasculares y en la reducción del riesgo vascular al ser antitrombóticos y antiinflamatorios. En base a estas observaciones se plantea la posibilidad de que los ácidos omega 3 disminuirían los casos de demencia y de enfermedad de Alzheimer, ya que además puede disminuir la síntesis de las citoquinas proinflamatorias y así atenuar los componentes proinflamatorios neuronales. Además, se ha estudiado que el omega 3 protegería de la demencia gracias a su función mantenedora de la integridad de membrana de las células cerebrales.
El uso de suplemento de omega 3 en animales muestra como éste favorece la excitabilidad de la membrana neuronal, aumentando los niveles de neurotransmisores y disminuyendo el daño neuronal.
El mecanismo de acción del omega 3 se relaciona directamente con la expresión de la betaamiloide, componente principal de la placa amiloide de la enfermedad de Alzheimer, que sería reducida al suplementar con este ácido graso, además de proteger de la pérdida de la proteína sináptica en animales modificados genéticamente para desarrollar enfermedad de Alzheimer. Aunque el mecanismo final de acción aún no se halle totalmente aclarado se baraja la idea de utiliza el omega 3 como herramienta terapéutica en estos casos.
Escrito por María Paz Velez, Nutricionista Clínica.